lunes, 5 de noviembre de 2012


Castillo fuerte es nuestro Dios, el canto de Lutero


En cada conmemoración del Día de la Reforma se entona este himno, el más conocido de los 37 compuestos por el reformador alemán.
Castillo fuerte es nuestro Dios, el canto de Lutero
En las conmemoraciones del Día de la Reforma que se realizan por todo el mundo suele ser habitual que la congregación cante uno de los himnos compuestos por Martín Lutero. Se trata de Castillo Fuerte es Nuestro Dios, una melodiosa marcha de cuatro estrofas que se hizo muy popular entre la gente del siglo XVI.
Lutero, desde niño, fue un apasionado de la música. Tocaba el laúd y solía apartar tiempo cada día para interpretar melodías con este instrumento de cuerda y cantar.
Ya como monje franciscano, Lutero no abandona su gusto por la música. Se declara admirador de los textos de los salmos, algo que luego se verá reflejado en sus composiciones. Dijo que la música era un “don y una gracia de Dios y esto podía hacer huir a Satanás y hacer que el hombre olvidara todo enojo”.
En los primeros pasos de la Reforma, sus canciones fueron más populares que sus escritos. La intención de Lutero era que los himnos sirvieran para que las personas pudiesen alabar juntas a Dios en su propia lengua, ya que en aquella época la parte del canto se reservaba a los clérigos y solía interpretarse en latín.
PRIMER HIMNARIO POPULAR
Tan sólo ocho años después de la redacción de las 95 Tesis, Lutero daría forma al primer himnario evangélico o protestante, que fue publicado en su ciudad, Wittenberg, en 1524. Constaba de 8 himnos, 4 de ellos escritos por Lutero.
Las personas no tuvieron demasiadas dificultades para aprender las canciones de Lutero, que utilizaba variaciones de melodías populares para sus himnos. Eso facilitó que muchas personas fueran capaces de cantar los himnos compuestos por Lutero en poco tiempo. De alguna forma, el reformador también fue de los primeros en fomentar el canto congregacional, tan habitual hoy en las iglesias evangélicas.
Lutero dijo una vez: “Me he convencido tan plenamente del valor del canto en el ministerio cristiano que ahora no permitiría que nadie predicara ni enseñara al pueblo de Dios si no reconoce y practica el poder de los cantos sagrados. Creo que el diablo, el autor de ansiedades pesarosas y turbulentas desgracias, huye ante el sonido de la música sagrada casi tanto como ante la misma Palabra de Dios”.
Sus numerosos enemigos muchas veces se lamentaban: “Estos pobres alemanes se están introduciendo, con sus cánticos, en las terribles doctrinas de Lutero, y sus himnos están destruyendo más almas que todos sus sermones y escritos juntos”.
DIOS, AMPARO Y FORTALEZA
En su vida, Lutero compuso 37 himnos, de los cuales el más conocido es “Castillo Fuerte es Nuestro Dios”. El himno está basado inicialmente en el Salmo 46. Su mensaje de seguridad en Dios ante el acoso del enemigo hizo que fuese muy utilizado en las guerras de religión que sucedieron a la Reforma.
Cuando más lo inquietaban las luchas espirituales, Martín Lutero acudía a este salmo, una de sus porciones favoritas de las Escrituras.  Estas palabras se convirtieron en su fuente de ayuda y aliento diario: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar, aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza. Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob” (Salmo 46:1-3, 11).
Lutero fue tan alentado por estas palabras que escribió un himno basado en ese texto. También adaptó para esas líneas una melodía conocida y estas verdades musicales se convirtieron en el gran lema del pueblo alemán.

En español, la traducción más popular es la que realizó en el siglo XIX  Juan B. Cabrera.  El himno dice así:
Castillo fuerte es nuestro Dios;
Defensa y buen escudo.
Con su poder nos librará
En este trance agudo.
Con furia y con afán
Acósanos Satán
Por armas deja ver
Astucia y gran poder;
Cual él no hay en la tierra.

Luchar aquí sin el Señor,
cuán vano hubiera sido.
Mas por nosotros pugnará
de Dios el Escogido.
¿Sabéis quién es? Jesús,
el que venció en la cruz;
Señor de Sabaoth,
omnipotente Dios,
Él triunfa en la batalla.

Aun cuando estén demonios mil
prontos a devorarnos,
no temeremos, porque Dios
vendrá a defendernos.
Que muestre su vigor
Satán, y su furor;
dañamos no podrá,
pues condenado está
por la Palabra santa.

Sin destruir la dejará,
aunque mal de su grado:
es la Palabra del Señor
que lucha a nuestro lado.
Que lleven con furor
los bienes, vida, honor,
los hijos, la mujer,
todo ha de perecer;
de Dios el reino queda.

Día Internacional de Oración por la Iglesia Perseguida


La persecución que sufren los cristianos es cada vez mayor en todo el mundo. En los últimos 10 años el aumento de casos ha sido de un 400% en la India, con cifras similares en la conocida como "Ventana 10/40".
Día Internacional de Oración por la Iglesia Perseguida
Es por eso que los cristianos de todas partes están invitados como todos los años, pero si cabe con más intensidad para rogar a Dios por sus hermanos y hermanas en Cristo que sufren persecución.

 
Este año el énfasis se centra en la denominada "Ventana 10/40", un área geográfica donde se sitúa la zona del planeta que ha sido menos alcanzada por el mensaje del Evangelio.

 
La persecución en estos países se ha convertido en una desgraciada parte habitual de la vida cotidiana y afecta de forma muy especial y directamente a quienes trabajan allí como misioneros.

 
Como consecuencia de esta persecución en la región, miles de hogares han sido destruidos, muchos creyentes viven bajo una enorme presión, y es “normal” ver a madres que están criando a sus hijos solas porque sus esposos han sido asesinados debido a su fe en Cristo . Todo ello forma parte de los testimonios e historias que llegan desde las comunidades cristianas que sobreviven en la ventana 10/40.

 
UN PLANETA ENTERO QUE ORA
 
Es por ello que se pide a todos los creyentes del mundo que intercedan por todos los hermanos en la fe que sufren persecución, y que la realidad muestra que en la mayoría de los casos se sienten solos en su lucha.

 
Se pide que “puedan ser fortalecidos y alentados divinamente por las oraciones de una multitud de personas” de países de todo el planeta que se suman a esta iniciativa de manera habitual y de forma especial en la cadena de oración de este día especial.

 
Por ejemplo sólo en la India 2000 iglesias harán resonar sus campanas llamando a la oración. Otra iniciativa es la de las iglesias en Turquía, que han ampliado esta iniciativa convocando a 15 días de oración y ayuno . 

Yo he cercado tu camino



Rev. Gustavo Martínez Garavito
Yo he cercado tu camino
“Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su camino, y lo cercaré con seto, y no hallará sus caminos. Seguirá a sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora.”Oseas 2:6, 7.
Hay dos clases de cerco que Dios pone alrededor de Su Pueblo. El primero, el cerco de la protección, que rodea a cada uno de los que han hecho un pacto de fidelidad con el Señor; y el segundo es el cerco de aflicción.

Como indica el Salmo 121, Dios es nuestro “guardador”, y la función del cerco de protección estriba en guardarnos de ser una presa fácil para el enemigo de nuestras almas. El cerco número uno es permanente, y solo deja de funcionar cuando un individuo le es infiel a Dios. En el libro de Job 1:10, vemos cómo Satanás menciona el cerco de protección que Dios había puesto alrededor de Job, su familia y sus bienes. Por este motivo, él no podía hacerles daño ni tocarles, al menos que Dios quitara aquel cerco.

En cuanto al cerco de aflicción, este tiene dos funciones: 1) protegernos, como elprimer cerco; 2) hacernos regresar a Dios, cuando le somos infieles y nos hemosdesviado de la senda que conduce a la vida eterna. A diferencia del cerco deprotección, el cerco de aflicción no es permanente y depende de la condicióndel Pueblo de Dios y de su relación con Dios.

Dice Isaías 5:5 con relación a este cerco: “Os mostraré, pues, ahoralo que haré yo a mi viña: Le quitaré su vallado, y será consumida; aportillarésu cerca, y será hollada.”Este versículo indica claramente que Dios había puesto un cerco de protecciónalrededor de Israel. No obstante, dado que el Pueblo no rindió el frutorequerido por Dios, El anuló la función protectora de este segundo cerco, ypuso a funcionar el cerco de aflicción para que Israel volviera a la sendaantigua. Este tipo de cerco nos hace reflexionar y tornarnos hacia Dios.

Cuando Dios pone este cerco de espinos en nuestras vidas, significa que Él va apermitir que las aflicciones duras y pesadas lleguen a nuestras vidas paraapartarnos del mal. En Deuteronomio 8:2 leemos: “Y te acordarás de todo el camino por dondete ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte,para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o nosus mandamientos.” El Señor mismo nos lleva al desierto para probarnos y para afligirnos, ycerciorarse de lo que hay en nuestros corazones. Cuando un corazón se empecinaa desobedecer a la carrera, solo Dios, con Su divino poder, puede vencer a eseendurecido.

En el caso de Noemí, ella era la esposa de Elimelec, un hombre israelita muydistinguido en medio de su pueblo. Ambos poseían una propiedad hermosa ypróspera en la tierra de Israel, pero, ante el hambre que sacudió al país,ellos decidieron alejarse del pueblo de Dios e irse a morar entre los moabitas,los enemigos del pueblo de Israel. Asimismo, el contexto de crisis económicamundial hace que aun los cristianos, llenos de pánico, tomen decisiones a laligera y decidan emigrar a otros lugares. Ni siquiera consultan a Dios, ni escuchan los consejos de los siervos de Dios.

Por ejemplo, corre la voz de que los Estados Unidos consisten en una suerte de tierra prometida, en la que uno gana millones de dólares al año. Por lo tanto, hay personas quienes dejan el buen trabajo que tenían en sus países y se van a dicho país, donde lo único que consiguen hacer es convertirse en ilegales y fregar platos o baños en algún restaurante. Allí deben reducir el presupuesto alimentario de su familia, para poder ahorrar unos miserables dólares. Al fin y al cabo, su situación viene a ser igual o peor que la anterior.

Al principio, en apariencia, todo les fue bien tanto a Elimelec como a Noemí. Lograron prosperar, sus hijos se casaron con mujeres paganas, etc. No obstante, llegó el momento cuando Dios permitió que las circunstancias más adversas y duras azotaran la vida de Noemí. Esto, para que ella recapacitara y regresara al lugar que había dejado. Perfectamente consciente de este hecho, Noemí testificaba a todos sus conciudadanos que Dios la había castigado por haberse alejado de Su presencia: “No me llaméis Noemí (Placentera),sino llamadme Mara (Amarga); porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido?” (Rut 1:20, 21).En efecto, ella perdió tanto a su esposo como a sus dos hijos en la tierra de Moab, y tuvo que regresar a la tierra de Israel humillada, con las manos vacías, y una nuera extranjera. La única solución que le quedó, fue regresar a la tierra del pueblo de Dios.

Hay ocasiones en las que Dios toma la autoridad de cercar nuestro camino de espinos, y permite que, cuando intentamos salir adelante o soslayar ese cerco de aflicción, recibamos heridas profundas. Esto nos inmoviliza y nos impide progresar. ¿Acaso no ha oído usted decir algún día a alguien: no sé qué me pasa, pero parece que nada me sale bien? Estas personas reciben heridas a diario, no salen de una serie de problemas que, lejos de solucionarse con el transcurso del tiempo, se empeoran y se complican aun más. Simplemente, es que Dios ha cercado su camino de espinos. Dios permite que perdamos todo lo terrenal, para que ganemos una herencia eterna y celestial.

Amado lector, si esta es su situación, le exhorto a que se torne hacia Dios y regrese a la senda en la que antes caminaba. De hacerlo usted, Dios levantará el cerco de aflicción y de espinos, que está rodeando su vida. Solo el Señor tiene la autoridad y el poder para hacerlo.

Paradójicamente, este cerco de aflicción hiriente es una prueba de que, aun en medio de la ira más profunda de Dios, todavía existe la misericordia. Pese a nuestra infidelidad y nuestras rebeliones, Dios coloca ese cerco para que reaccionemos y reflexionemos con respecto a Su amor tan sublime para con nosotros. Cuando Dios nos quita todo lo que nos impide servirle, no nos queda otra solución aparte la de tirarnos de rodillas e implorar Su misericordia.

Sin dudas, es mejor que Dios permita que este cerco nos hiera, en vez de quenuestras almas se pierdan. Más vale caminar por una senda rodeada de espinos,que por un camino de rosas que nos lleve al infierno. Esto depende de cadapersona, y del cerco que la misma necesita. Si usted está caminando en rectitudante los ojos de Dios, tan solo tendrá el cerco de protección divina en su vida. Sin necesidad de espinas, hay personas quienes aman y sirven a Dios de corazón y desinteresadamente.En cambio, hay otras personas que solo funcionan espiritualmente bajo la condiciónde que los dos cercos (de protección y de aflicción) rodeen sus vidas.

Hay padres cristianos que sufren, por cuanto sus hijos tienen de todo en la casa, más su corazón no tiene reposo en el hogar ni tampoco en la iglesia. Su corazón y sus ojos están puestos en el mundo y en los inconversos. Esos hijos e hijas son como los asnos monteses, que patean las bendiciones de Dios porque olfatean los placeres del mundo. Amado joven, si esta es su situación, le advierto que tardeo temprano, Dios pondrá el cerco de aflicción en su vida para que no se pierda su alma. A las buenas o a las malas, usted deberá rendir la medida que Dios quiere que usted dé.

El propio salmista tuvo que reconocer hasta qué punto Dios le mostró Su misericordia al afligirle durante su descarrío: “Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu Palabra.” (Salmo 119:67).“Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos.” (v.71). “Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, y que conforme a tu fidelidad me afligiste.” (v.75). La humillación permitió que el salmista aprendiera a valorar lo bueno que es servir a Dios, y cuánto uno sufre al ser un súbdito del diablo, Satanás (que el Señor lo reprenda), tiene que obedecer a Dios, y por eso mismo, tiene que humillar a los descarriados para que estos regresen a Dios.

Una de las características del descarriado estriba en que, el orgullo le impide reconocer su equivocación. Entonces, simula ante todos que las cosas le están yendo mejor que nunca, pero ¿cuántas veces, en el secreto de su alcoba, el apartado no llora porque sabe que su vida es un fracaso? Los descarriados no son felices en la Iglesia porque aman al mundo, mas tampoco son felices en el mundo, porque conocen la Palabra y saben que no están haciendo lo correcto. La conciencia los reprende constantemente, y les impide disfrutar de la vida en el mundo como quisiera hacerlo.

Querido lector, si usted ha abandonado el camino del Señor, todavía está a tiempo para regresar a la casa de Dios. Tenga siempre presente que, “sobre todas estas cosas te juzgará Dios”(Eclesiastés 11:9); no vaya a ser “que  vengan los días malos,y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento”(Eclesiastés 12:1). En otros términos, como con Noemí, Dios tendrá que usar con usted el cerco de aflicción, para hacerle retornar a Su casa.

Además de cercar su camino, Dios hace caer sobre los descarriados una ceguera que les impide ver hacia dónde se dirigen. Dice Oseas 2:6, 7que “no hallará sus caminos […] Seguirá a sus amantes, y no los alcanzará; los buscará y no los hallará.” En otros términos, el que se aparta de Dios vivirá de decepción en decepción. Buscará los placeres del mundo, del dinero, del sexo, de los vicios, pero no será satisfecho con ellos. Al decir que “no los alcanzará”, indica que no disfrutarán ni se complacerá con lo que el mundo ofrece. El descarriado vive en una frustración constante, va de fracaso en fracaso, de caída en caída, de pérdida en pérdida, de derrota en derrota. ¿Por qué? Porque Dios tiene un propósito con su vida.

Mediante la frustración, Dios despierta el recuerdo en las personas, y sabe usar el acicate de nuestra memoria en momentos determinados. Oseas 2:7 indica: “Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora.” El recuerdo fue el método que Dios usó para sacar al pueblo de Israel de Babilonia: “Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sion. Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas. Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos, y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo: Cantadnos algunos de los cánticos de Sion.” (Salmo 137:1-3)

Por medio de este mensaje, amado lector, Dios le está lanzando una advertencia y una amonestación. Si usted no rectifica su conducta, no se sorprenda que la tormenta sacuda su vida y se hiera con los espinos del cerco alrededor suyo porque le ama, y no quiere que se pierda y se descarríe en la Iglesia. Arrepiéntase, y empiece a vivir una vida recta y transparente en la casa de Dios.

Si usted se ha alejado de los caminos del Señor, no permita que el orgullo, sus amistades, su trabajo, los placeres de este mundo le sigan alejando del Señor. El mundo pasará y también todos sus placeres, porque lo terrenal es pasajero (1 Juan 2:17).Sin embargo, en su casa, Dios le ofrece bendiciones eternas que nunca pasarán. Regrese a la Roca Antigua, de la cual sigue fluyendo el agua de la vida. Dios nos aflige, para volvernos a su camino y que no se pierdan nuestras almas.

No hay nada que llene el vacío del corazón de aquel que se ha alejado de Dios. Solamente Dios puede llenar ese vacío.Regrese a Él, para que tenga una vida floreciente y fluyan las bendiciones de Dios en su vida. El amor de Dios pasa por alto nuestra infidelidad, y cuando nos volvemos a Él, no seremos avergonzados jamás. Dios les bendiga.

Pocos cristianos leen la Biblia


"Se puede seguir a Cristo y ver el cristianismo como su fuente de la verdad, pero si esa verdad no penetra sus pensamientos, aspiraciones y acciones, no es un compromiso total con la verdad".
Pocos cristianos leen la Biblia
POCOS CRISTIANOS LEEN O ESTUDIAN LAS SAGRADAS ESCRITURAS, REVELA UN ESTUDIO
Nashville, Tenesí.- Mientras la mayoría de los fieles tienen el deseo de honrar a Cristo con sus vidas y confesar las verdades bíblicas, un estudio reciente encontró que pocos cristianos ejercen realmente una lectura o un estudio personal de las Escrituras.
“Interacción con la Biblia”, es uno de los ocho atributos del discipulado identificadas en el estudio de Transformación de Discípulo realizado por LifeWay Research.
El estudio produjo la Evaluación de Transformación de Discipulado que mide el crecimiento espiritual de un individuo en cada una de estas áreas de desarrollo.
La encuesta halló que el 90 por ciento de los feligreses están de acuerdo en que “deseo agradar y honrar a Jesús en todo lo que hago”, y el 59 por ciento está de acuerdo con la declaración: “Durante todo el día me pongo a pensar acerca de las verdades bíblicas”. Mientras que la mayoría está acuerdo con ambos estados, hay una diferencia significativa en la fuerza del acuerdo.
Casi dos tercios de los fieles (64 por ciento) está muy de acuerdo con la primera declaración, pero sólo el 20 por ciento está muy de acuerdo con el segundo, sin embargo, cuando se les preguntó con qué frecuencia personalmente (no como parte de un servicio de adoración de la iglesia) lee la Biblia:
- 19 por ciento responde “todos los días”.
 - 26 por ciento dice que un par de veces a la semana.
 - 14 por ciento dice leer la Biblia “una vez a la semana”.
 - 22 por ciento dice que “una vez al mes” o “un par de veces al mes”.
 - 18 por ciento dice que “rara vez o nunca”.
La “interacción con la Biblia” tiene un impacto en casi todas las áreas del crecimiento espiritual”, dijo Ed Stetzer, presidente de LifeWay Research. “Se puede seguir a Cristo y ver el cristianismo como su fuente de la verdad, pero si esa verdad no penetra sus pensamientos, aspiraciones y acciones, no es un compromiso total con la verdad”.
“La Palabra de Dios es verdad, por lo que no debería ser una sorpresa leer y estudiar la Biblia, pero sigue siendo una de las actividades que tienen mayor impacto en el crecimiento del atributo de madurez espiritual”, dijo Stetzer. “Como elemental que sea, existen todavía numerosos feligreses que no leen la Biblia regularmente. Usted simplemente no crecerá si no conoce a Dios y pasa tiempo en la Palabra de Dios”.
La encuesta también revela seis acciones que impactan positivamente en las puntuaciones del compromiso de los individuos con la Biblia: 1. Confesarles las faltas a Dios y pedirle perdón. 2 Creer en Jesucristo como el único camino al cielo. 3. Tomar la decisión de obedecer o seguir a Dios con la conciencia de que esta decisión puede ser costosa. Sesenta y tres por ciento de los feligreses dicen que han hecho esto, por lo menos una vez en los últimos seis meses. 4. Orar por el estado espiritual de la gente que conozco que no son cristianos. 5. Lectura de un libro para su crecimiento espiritual. Sesenta y uno por ciento de los feligreses dicen que han hecho esto en el último año. 6. Haber sido discipulados por un mentor o discipular a otros. Casi la mitad de los feligreses (47 por ciento) dicen que han sido discipulados o mentoriados.
Casi todos los feligreses quieren honrar a Dios, pero “el impacto de la Palabra de Dios en la vida de las personas se ve en la relación entre la Biblia, el compromiso y la vuelta de las malas acciones y la decisión de obedecer a Dios. Estos cambios tangibles en la vida muestran el impacto transformador de interacción con la Biblia en la vida de un discípulo de Cristo” dijo Stetzer.
Para ayudar a pastores, iglesias y el desarrollo de los individuos, LifeWay Research utiliza datos del estudio para elaborar un cuestionario para los creyentes, llamado Transformational Discipleship Assessment (TDA). Para el estudio, LifeWay Research, entrevistó a adultos estadounidenses que asisten a una iglesia protestante por lo menos una vez al mes. Un total de 2.930 personas fueron encuestadas desde el 14 hasta 22 octubre del 2011.

viernes, 19 de octubre de 2012


Una vida nueva


En “Resurrección”, la última de sus tres grandes novelas, León Tolstói aborda el difícil proceso de conversión que todo hombre debe atravesar para encontrar a Dios. Ambientada en los convulsos años finales del siglo XIX, la obra retrata también la sociedad rusa y expone los preceptos centrales del cristianismo.
Una vida nueva
Nejludov habría querido olvidar, no ver; pero ya no le era posible no ver. Aunque no viese la fuente de la luz que le revelaba su saber, como no veía la fuente de la luz esparcida sobre San Petersburgo, y aunque esta claridad le pareciese vaga, triste, ficticia, sin embargo le era imposible no darse cuenta de lo que le revelaba aquella luz, y sentía al mismo tiempo inquietud y gozo”.

Esta frase, extraída de la obra “Resurrección” nos introduce en una conmovedora historia que relata la vida de Dimitri Nejludov, un joven ruso perteneciente a una familia adinerada; pero con un inmenso vacío en su corazón y un sinfín de interrogantes que albergaba en lo más hondo de su ser. Este libro, sin duda, emergió de las profundidades de una sociedad que se vio bruscamente afectada por las ideas modernistas que marcaron el fin del S. XIX y el inicio de una nueva época en Rusia. Y es por medio de la literatura, que León Tolstói, el autor, buscó inculcar en la juventud de aquella era, los valores y la fe cristiana que se vieron en peligro de extinción. Este célebre novelista, considerado como uno de los más grandes literatos de occidente y de la literatura universal, en sus últimos años de vida y tras varias crisis espirituales, entregó su vida a Dios y se dedicó por entero a criticar a las instituciones eclesiásticas, lo que provocó su excomunión de la iglesia tradicional; sin embargo, fue “Resurrección”, su último libro, el reflejo de su estremecedora vida y un vivo testimonio de su encuentro con Dios.

En el siguiente párrafo, el lector podrá apreciar la impactante e irrefutable conversión del protagonista.  Asimismo, se evidencia en esta escena la agobiante necesidad del joven ruso por  acercarse a Dios y volver a sentir la paz que hacía muchos años se había esfumado de su alma. Es por ello, que esta transcendental obra lleva por nombre “Resurrección”, porque tanto para Tolstói como para Nejludov, estas líneas marcaron un punto y aparte en sus vidas.

Se detuvo, juntó las manos como hacía en su infancia, elevó los ojos y dijo:
-¡Señor, ven en mi ayuda, instrúyeme, penetra en mí para purificarme!
Oraba. Pedía a Dios que penetrara en él para purificarlo; y ese milagro, pedido en su oración, se había, sin embargo, cumplido ya en él. Dios, viviendo en su conciencia, había vuelto a tomar posesión de ella. Y no solamente sentía Nejludov la libertad, la bondad, la alegría de la vida; sentía también la fuerza del bien. Tenía los ojos bañados en lágrimas. Buenas, en tanto que lágrimas de felicidad, nacidas del despertar del ser moral dormido en él desde hacía años.
Se ahogaba. Avanzó y abrió la ventana que daba al jardín. La noche era fresca, blanca de luna. Y Nejludov contemplaba el jardín, lleno de una dulce luz argentada, y escuchaba y aspiraba el soplo vivificante de la noche.
-¡Qué hermoso es todo! ¡Qué hermoso es todo, Dios mío! -decía.
San Petersburgo, la segunda ciudad más importante de Rusia, donde se desarrolló la trama de esta magnífica obra, es considerada, como muchas otras ciudades alrededor del mundo,  un lugar que lleva el sello de la Iglesia tradicional. Así pues, Tolstói nos relata cómo el pueblo ruso vivía ajeno a Dios, y habitaba cerca a las imágenes y dioses gentiles.
Desde luego, el culto rendido a todos esos íconos de Ileria, de Kazán, Smolensko, es una idolatría de las más groseras, pero a la gente le gusta eso, cree en ellos, y por eso es preciso alimentar esas supersticiones.
Así pensaba Toporov, sin caer en la cuenta de que la gente ama las supersticiones precisamente porque siempre hubo y hay aún hombres crueles como él, Toporov, que, instruidos, emplean sus luces no para ayudar al pueblo a salir de las tinieblas de la ignorancia, sino, al contrario, para hundirlo mejor en ellas.

Por esta razón, el protagonista buscaba desesperadamente un encuentro con su Creador, una muestra contundente de la existencia de Dios, y de su reino celestial. Nejludov se refugió en las sagradas escrituras para encontrar respuestas que sólo la Biblia podía contestar. Y de esta manera, saciar su sedienta alma que pedía a gritos un manantial de agua viva donde sumergir sus aflicciones.

Después del Sermón de la montaña, que siempre lo había conmovido, leyó por primera vez aquella noche, mandamientos simples, claros, prácticamente realizables. Estos mandamientos eran en número de cinco:
El primer mandamiento (San Mateo, 5:21-26) enseña al hombre que no solamente no debe matar a su hermano, sino también que no debe irritarse contra él, ni considerar a nadie como estando por debajo de él, y que, si se querella con alguien, debe reconciliarse con él antes de hacer a Dios alguna ofrenda, es decir, antes de orar.
El segundo mandamiento (San Mateo, 5:27-32) enseña al hombre que no solamente no debe cometer adulterio, sino abstenerse también de desear la belleza de la mujer; y que debe, una vez unido a una mujer, no traicionarla nunca.
El tercer mandamiento (San Mateo, 5:33-37) prohíbe al hombre prometer lo que quiera que sea por juramento.
El cuarto mandamiento (San Mateo, 5:38-42) prescribe al hombre no solamente no devolver ojo por ojo, sino también, después de haber sido golpeado en una mejilla, ofrecer la otra; perdonar las ofensas, y  soportarlas con resignación.
El quinto mandamiento (San Mateo, 5:43-48) no solamente prohíbe odiar al enemigo, sino que prescribe también amarlo, acudir en su ayuda y servirlo.
Nejludov clavó su mirada en la luz de la lámpara y permaneció inmóvil. Recordó toda la bajeza de nuestra vida y se imaginó con claridad lo que ella podría ser si los hombres fuesen educados en estos preceptos, y un entusiasmo que hacía mucho tiempo que no experimentaba invadió su alma.

Por otro lado, Nejludov había cometido muchos errores en el andar de su vida pagana. Vivió su juventud de espaldas a Dios y esto lo llevó a quebrantar los preceptos y la fe cristiana. Y uno de sus mayores pecados, que trajo consigo innumerables consecuencias, fue el  mantener relaciones prematrimoniales con una muchacha que trabaja para sus tías. Esto dejó una marca imborrable en Katucha Maslova, la joven empleada,  quien después de ser expulsada de la residencia de las parientes del joven ruso, y saber que dentro de ella crecía una vida, se dedicó a una vida plagada de transgresiones.

«Va a pasar otro tren: tirarme debajo y todo habrá acabado», pensaba Katucha. Iba a poner en ejecución ese proyecto, cuando, en un momento de calma, su hijo, el niño que llevaba en su ser, se había estremecido de pronto, chocando contra las paredes de su vientre. Inmediatamente, toda su desesperación desapareció. Todo lo que unos momentos antes la había angustiado, el sentimiento de la vida que se le había hecho imposible, su odio hacia Nejludov, su deseo de vengarse de él mediante el suicidio, todo eso se había desvanecido. Y desde aquel día se había producido en ella aquel trastorno de su alma que la llevó a aquello en que se había convertido. En aquella noche terrible había dejado de creer en Dios. Hasta entonces había creído en Dios y en el bien; pero aquella noche se dijo que no había Dios. Aquel hombre al que ella amaba, que la había amado, ella lo sabía, la había abandonado y pisoteado sus sentimientos.

Por último, Tosltói nos deja una patente reflexión expresada por medio del protagonista. La vida del joven ruso se vio marcada por una infinidad de situaciones, su interminable búsqueda de Dios, la sociedad en la que se desarrolló, la necesidad de remediar sus errores y su inútil intento por compensar todo el dolor que había causado en aquella adolescente ilusionada. Y todo esto, hizo que Nejludov comenzara a ver el mundo con otros ojos, con ojos espirituales.

«Es lo que hacemos nosotros - pensaba Nejludov -. Vivimos en esta seguridad insensata de que somos nosotros mismos los dueños de nuestra vida y que nos es dada únicamente para gozar de ella. Sin embargo, eso es un evidente desatino. Si somos enviados aquí, es gracias a una voluntad cualquiera y con un fin fijado. Nos imaginamos que vivimos para nuestra propia alegría, y si nos encontramos mal es porque, como los viñadores, no cumplimos la voluntad del dueño. Ahora bien, la voluntad del dueño está expresada en estos mandamientos. Que los hombres sigan solamente esta doctrina, y el reino de Dios se establecerá sobre la tierra, y los hombres podrán adquirir la mayor felicidad que les es accesible.»

«Buscar el reino de Dios y su verdad, y el resto os será dado por añadidura.»
«Pero nosotros buscamos el resto y no lo encontramos.»
«¡He aquí, pues, la obra de mi vida! ¡Una acaba, la otra comienza! »
Desde aquella noche empezó para Nejludov una vida nueva y no tanto desde el punto de vista de las condiciones de vida diferentes con que se rodeó, sino porque todo lo que le ocurriría en lo sucesivo tendría para él una significación muy distinta que en el pasado.

“Fui un esclavo de la droga”“Fui un   esclavo de la droga”


Era un adicto que aparentaba felicidad en un mundo ficticio. Se perforó los brazos y la vida con cientos de jeringas. Fumó de todo. De aquel sótano cotidiano emergió Eduardo Roedel. Un nuevo hombre reconstruido en cuerpo y alma por Dios.

Vive entregado a Dios,con la salud mental restablecida y un presente ligado por completo al Movimiento Misionero Mundial y su obra evangelizadora, pero hubo un tiempo en el que Eduardo Roedel Calle estaba sumergido en lo más profundo de ese pozo oscuro y tenebroso llamado drogadicción. Era solo una sombra difusa de 185 centímetros de estatura. Un reflejo oscuro y perverso de un ciudadano común y silvestre. Vagaba por Lima, la capital del Perú, con las venas abiertas. Una existencia marcada por los problemas familiares y el hedonismo lo catapultó a los 12 años de vida fuera de las fronteras de la realidad y lo ubicó al lado de lo maligno por espacio de  dos décadas.
De una biografía matizada por su cercanía a la iglesia tradicional, en la que sirvió como acólito un quinquenio, Eduardo pasó a mediados de los sesenta a un romance trágico con las drogas. Un idilio que él, hoy cobijado por la gracia de Dios, recuerda con precisión: “yo formaba parte de la Iglesia San Ricardo en el distrito de La Victoria, pero la vanidad entró en mi mente. El Diablo me había estado aderezando. Entonces, pasé de estar en la misa todos los domingos a jugar cartas, fumar cigarrillos y beber tragos cortos. Luego, cuando entré a la secundaria, probé marihuana y empezó mi perdición”.
Guarecido en la intimidad de su hogar, un templo consagrado a Cristo y en el que destaca una amplia colección de biblias y banderas de Israel, Roedel Calle muestra su pasado sin tapujos. Habla en pretérito. Sus palabras son las de un superviviente que afirma con convicción que volvió a la vida por “el inmenso amor del Todopoderoso”. Acompañado por su esposa, Belialina Alvarado, repasa su ayer: “en mi hogar había muchos conflictos familiares. Crecí pensando que el General Serafín Quesada era mi padre, porque llevaba su apellido, hasta que un buen día mi madre Aurelia Calle decidió cambiarlo por el de mi padre biológico”.

Un hombre que salió del fondo
Con 56 años, Eduardo, hoy hombre de fe, a la distancia dice que su sometimiento a los estupefacientes fue producto “en gran parte debido a que mi familia vivía de espaldas a Dios. Los conflictos eran pan de cada día. Además yo sufría, en ese momento, una gran ceguera espiritual. Por eso caí en la drogas como un tonto y pensé que todo era un juego divertido. Entonces en el colegio pasé de la marihuana a la cocaína y me convertí por puro placer en proveedor de drogas de un grupo de amigos del distrito de San Miguel que estaba envuelto en una vida sórdida. Y eso pese a que llevaba dentro de todo una existencia normal, de familia bien, mis padres eran ejecutivos bancarios y yo era un estudiante promedio”.
Aquellos recuerdos lo estremecen a Roedel y refiere que tras esos días oscuros “vinieron momentos más tenebrosos. Mi hermano menor, Serafín Quesada Calle, también cayó en las drogas. Yo por mi parte, y pese a que ingresé a la universidad para estudiar contabilidad, me sumergí en el consumo de otras sustancias más destructivas y andaba siempre en las nubes”. De inmediato, frena su acelerado relato y se desahoga: “bendito sea el Señor que me protegió y cuidó mi vida. Su benevolencia me permitió graduarme de contador público, ingresar a trabajar a un banco y salir bien librado de una época durísima en mi vida”.
En la mitad de una existencia al margen de Dios, este hombre, que solía “fumarse” biblias enteras combinadas con marihuana al ritmo del movimiento hippie, tocó fondo cuando conoció los efectos narcóticos de la morfina.  Con marcas de guerra en sus brazos, como surcos enormes de un tiempo ya extinto, Eduardo cuenta que esta etapa fue: “brutal. Yo adoraba, sin saberlo, al diablo. Aparentaba ser un trabajador bancario normal pero era un personaje terrible. Fumaba marihuana a cualquier hora y en cualquier lado. Pero lo más triste era que me inyectaba morfina y paraba perforado por las agujas y delinquía sin vergüenza alguna para obtener la maldita droga. Era un esclavo de la droga”.
Del abuso constante y diario de la morfina, y otros narcóticos y sustancias como el hachís, ácidos lisérgicos, cocaína, alcohol, alucinógenos, anfetaminas, estimulantes y diversos psicofármacos, Roedel saltó a la destrucción familiar. Padre de un hijo y con 20 años de consumo, un buen día de 1986 descubrió que su hogar era una fantasía. “La morfina me llevó a robar innumerables farmacias y boticas de Lima. Encima mi vida conyugal era atroz. Mi mujer de aquel momento, que laboraba conmigo en el banco, empezó a salir con un compañero del trabajo y eso me llevó a la perdición total”, cuenta sobre el punto de quiebre que lo llevó ante Dios.
Después Eduardo, que fue internado incontables veces en clínicas especializadas por su familia y tratado por los mejores especialistas del país en salud mental, brinda más detalles de su ciclo de vida más negativo.  “Luego de enterarme que mi mujer me era infiel, cegado por las drogas, decidí cometer una atrocidad en contra del tipo que salía con ella. Planifiqué todo para violarlo, junto a un grupo de amigos adictos como yo, y dejarlo discapacitado, pero un día antes de cometer mi fechoría mi Dios bendito me iluminó y a través de un programa evangélico televisivo me mostró su palabra y sus obras”.
El efecto de mensaje divino fue inmediato y más poderoso que cualquiera de las sustancias producidas por la mano del hombre. En el acto Roedel se entregó al Señor. Supo que, de la mano de Dios, se podía ser un hombre nuevo. Y enseguida asistió a diversos templos cristianos, dejó las drogas, reestructuró su vida, enfrentó con valentía en 1989 la muerte de su hermano, debido a una sobredosis, se reencontró ese mismo año con Belialina, quien era pariente lejana de su progenitora, y la desposó dos años después y finalmente ingresó junto a ella al Movimiento Misionero Mundial en los inicios de los años noventa.
En la actualidad, con una maestría en contabilidad y feliz padre de un prestigioso economista (Joshua Roedel Gutiérrez), Eduardo atestigua que en la lucha entre el bien y el mal la victoria le pertenece al Altísimo. Elegido, entre las ovejas más descarriadas de la tierra, asegura que su testimonio le servirá a cualquier pecador para iniciar el camino de retorno a la casa del Señor. Con humildad, y al pie de la puerta de su domicilio y Biblia en mano, asegura que “el que clama por el perdón de Dios siempre encontrará respuesta”.

Hombre Nuevo


Hombre Nuevo
Fernando Ñaupari fue un tiempo Claudia Ñaupari. Su obsesión por ser mujer lo llevó a cambiarse de sexo. Ejerció la prostitución. Contrajo matrimonio. Tenía en apariencia todo lo que soñó, pero era infeliz. Hace unos años, Dios decidió recobrar su masculinidad. Su testimonio es la prueba de fe más contundente.
La biografíade Fernando Ñaupari Buendía es una historia de transformación y redención. Una vivencia de cambios, conflictos, desencuentros y dolor; pero también de mucho amor, perdón y salvación. Tenía ocho años cuando fue violado en una escuela de La Oroya, por un maestro, e ingresó de inmediato a un mundo donde la prostitución, el pecado, la homosexualidad, el alcohol y el dinero se convirtieron en parte de su cotidianeidad durante cerca de treinta años. Hasta que un día del año 2000, aquel varón, que incluso llegó a cambiarse de sexo y adoptar legalmente el nombre de Claudia, encontró en París, Francia, la Palabra de Dios y cruzó el primer peldaño para convertirse en un guerrero de la fe de Jesucristo.

Once años después, y luego de un largo camino, Fernando tiene claro cuál es el núcleo de su transformación: Dios. “El Señor cambió mi vida. Gracias a él me liberé de las garras del diablo, encontré la paz que tanto ansiaba y dejé atrás el pecado, junto a una vida sin sentido, y hoy soy un hombre nuevo que tiene el corazón lleno del amor de Cristo”, relata. Habla con una voz fuerte y grave, en medio de la Iglesia Central del Movimiento Misionero Mundial de Lima, y aclara que apela “a la bendición del Todopoderoso” para relatar de la mejor forma su testimonio con el firme objetivo de que el mundo entero, principalmente las familias peruanas, conozcan que el único camino a la Salvación es Cristo.

Sus palabras provienen de la verdad que vive hoy. “El pecado llegó a mi vida por desconocimiento de la palabra de Dios por parte de mis padres. Ellos eran católicos, vivían de espaldas a la verdad, adoraban imágenes, (Éxodo 20:4) practicaban el adulterio y me descuidaron. Fue por ello que los demonios de la homosexualidad a causa de la idolatria empezaron a operar en mi existencia”, narra con realismo. Luego, con las Sagradas Escrituras entre sus manos, revela que “desde muy niño me gustaron los vestidos, las muñecas y todas las cosas que le suelen agradar a las niñas”. Acto seguido, enmudece. El recuerdo lo abruma.

El hombre, que hoy viaja por el mundo difundiendo la Palabra de Jesucristo, luce lloroso. Como si de pronto le costara retroceder el tiempo y volver a aquellos días de su infancia transcurridos en las contaminadas calles de La Oroya. Sin embargo, coloca punto final a las lágrimas que inundan su rostro y dice: “yo no pedí ser homosexual. A mí me violaron y nunca dije nada en casa por miedo a que mi padre me golpeara porque él era muy violento, tomaba demasiado y gastaba su dinero en mujeres”. Segundos después, prosigue: “después de la violación terminé convertido en un chico rebelde. Fue allí donde empecé a vestirme con ropas de mujer, a llegar ebrio a mi casa y a tener sexo con mis compañeros del colegio”.

Ñaupari prosigue el repaso de su vida. “En mi casa cuando vieron que me iba convirtiendo en un pequeño homosexual me quisieron cambiar a golpes. Pero no hubo caso y mi padre, cansado de mi conducta, me botó a la calle a la edad de trece años”, revela. Entonces, mientras partía como un rayo hacia la capital del Perú, dice que su mente anidaba el objetivo de transformarse “por completo en una mujer”. Así llegó a Lima, a mediados de los setenta, y tras vivir dos años con unos parientes se empleó en un bar del Jirón Junín, en pleno Centro Histórico. Allí empezó a prostituirse.

La metamorfosis
Tiempo después, con mucho dinero fruto de la prostitución y una peluquería que usaba como fachada, comenzó su transformación. Fernando pasó a ser parte del pasado y nació Claudia, su otro yo. Fue uno de los primeros peruanos en someterse a una operación de cambio de sexo. “En ese tiempo no me importaba nada más que llegar a ser una mujer. Por eso cuando pude me operé. Aunque el proceso fue doloroso y tardé tres meses en tener una vida normal, para mí en ese momento era lo máximo”, reconoce.

Al igual que otros homosexuales, Ñaupari, revestido con la piel de Claudia, ingresó a una etapa de desenfreno para proseguir su mutación de hombre a mujer. Primero, a mitad de los ochenta, ya como portador de un documento de identidad con foto femenina, viajó a Brasil para terminar de perfeccionar su anatomía y prostituirse en las calles de Río de Janeiro en Brasil. De allí pasó a Milán, Italia, donde se quedó un par de años y fue testigo de excepción de la oleada de homosexuales peruanos que inundó la península itálica a inicios de los noventa. Luego, cansado de ver morir a sus colegas uno tras otro atacados por el Sida, se estableció en Francia y continuó transitando la calle y el alcohol. Al respecto,  sentencia: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis, ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones o homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores heredarán el reino de Dios (I Corintios  6:9)”.

El esclavo se libera
Fernando se transporta hasta esa época. De inmediato, le ronda entre sus labios el hecho más notable de su estancia en París y afirma: “en Francia, mientras ejercía la prostitución, se me presentó la posibilidad de realizar el sueño de toda dama: unirme en matrimonio con un hombre. Para mí, que me creía mujer, fue extraordinario y acepté de inmediato y me casé el 17 de diciembre de 1994, en Lima, cegado por el diablo”. Sin embargo, esa última pieza de su transformación no encajó a la perfección en su estructura interior y fue el punto de partida de su viaje de retorno. “A pesar de haber logrado mi sueño no era feliz y sentía que mi vida estaba marcada por el dolor”.

Ahora Ñaupari, quien estuvo casado 10 años y solía recorrer Europa cuando le “apetecía” y vestía ropa de los mejores diseñadores del mundo, recuerda todo aquello como “un auténtico infierno”. Una etapa dura y dolorosa: “era esclavo del pecado”. Pero todo por fin acabó cuando descubrió la Palabra de Dios y se percató que su existencia era un remedo de vida. Allí el poder de Jesucristo obró en él. Extendió una mano salvadora que lo ayudó archivar al personaje de Claudia y devolvió a la vida a Fernando. Un milagro que para este hijo de Dios, recién reconocido nuevamente como varón por la justicia francesa, es la mejor muestra del amor del Todopoderoso. ¿Quién puede dudarlo?.

Juan Bunyan


Bunyan nació en noviembre de 1628 en Elstow, cerca de Bedford.
Juan Bunyan
Hijo de un hojalatero, aprendió el oficio de su padre, pobres consiguio que aprendiera a leer y escribir y a los 17 años luchó en el ejército parlamentario durante la guerra civil. En 1648, se casó con Margaret Bentley cuyos padres eran miembro de los puritanas de la época y muy fervorosos, en la que ingresó tras experimentar una conversión religiosa. La lectura de Comentario a los gálatas, de Martin Lutero, le impresionó profundamente por encontrar en el libro su propia experiencia espiritual.

 
En 1655 se convirtió en uno de los líderes de una congregación de inconformistas de Bedford y empezó a pronunciar sermones como predicador laico en los que expuso las experiencias de su conflicto espiritual. Después de morir su esposa, volvió a casarse y se convirtió en un predicador famoso que reunía grandes audiencias, lo que levantó las iras del clero oficial que no admitía la libertad de predicación de los ignorantes o de los que no estaban ordenados. Su declaración teológica más importante de esta época se encuentra en La doctrina de la ley y la gracia (1659). Tras la restauración de Carlos II en 1660, los puritanos perdieron el privilegio de la libertad de culto y se declaró ilegal toda liturgia que no estuviera de acuerdo con la Iglesia anglicana. Bunyan, que persistió en sus prédicas prohibidas, acabó en la prisión del condado de Bedford de 1660 a 1672, aunque durante este tiempo se le permitió cierta libertad y pudo sostener a su familia haciendo cordones de zapatos.
 

Mientras estuvo en la cárcel, separado de su esposa y de sus hijos, especialmente de una hija ciega que tenía; su biblioteca consistió en la Biblia y El libro de los mártires del teólogo John Foxe. Estudiando el contenido y estilo literario de estas obras, empezó a escribir folletos y libelos. Antes de salir escribió la primera de sus obras importantes, su autobiografía espiritual, Gracia al mayor de los pecadores (1666).

 
En 1675 volvió a prisión durante seis meses por negarse a dejar de predicar; probablemente fue donde escribió la mayor parte de su obra principal, El progreso del peregrino. Viaje de un cristiano a la ciudad celestial, una alegoría del peregrinaje de un alma en busca de la salvación. La primera parte se publicó en 1678, la segunda en 1684. Durante su vida vio diez reediciones, y en su momento fue el libro más leído en Inglaterra después de la Biblia y ejerció una gran influencia en los escritores ingleses posteriores. Famoso por su estilo sencillo y bíblico, El peregrino está considerado como una de las mejores alegorías de la literatura inglesa, y ha sido traducido a mas de ciento cincuenta lenguas, El Peregrino es el libro de mayor circulación despues de la Biblia.
 

En los últimos años de su vida, Bunyan fue reconocido mundialmente, además de como clérigo puritano, como uno de los escritores más importantes. Aunque dedicó la mayor parte del tiempo al cuidado pastoral de su congregación, siguió publicando tratados teológicos, sermones y poesía, además su vida radicaba en su profundo conocimiento de las Sagradas Escrituras, que él tanto amaba, y en la perseverancía de sus oraciones a Dios a quien adoraba.

 
Murió de neumonía el 31 de agosto de 1688 en Londres a los sesenta años. Obras suyas son Vida y muerte de mister Badman (1680), una descripción de la vida de un depravado en la que condena de los vicios de la sociedad de la Restauración, La guerra santa (1682), una alegoría religiosa y social.

 
Otras obras escritas son las siguientes: "Gracia abundante para el principal de los pecadores", "Llamado al ministerio", "La conducta del creyente", "La gloria del templo", "El pecador de Jerusalén es salvo", "Las guerras de la ciudad de Alma humana", "Vida y muerte del hombre malo", "El sermón del monte", "La higuera estéril", "Discursos sobre la oración", "El viajero celestial", "Gemidos de un alma en el infierno", "La justificación es imputada" y el libro más vendido después de la Biblia "El Progreso del Peregrino

viernes, 17 de agosto de 2012


Amar a sus Enemigos.


 (Jesús dijo:)Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. – Mateo 5:43-45
Amar a sus Enemigos.
El sermón del monte es una maravillosa revelación de las palabras de Dios respecto a las relaciones de los hombres en la tierra. “Amad a vuestros enemigos”. ¡Qué declaración sorprendente! ¿Debemos amar a los que nos atacan y nos hacen daño?

Jesús, el Hijo de Dios, así nos lo pide. Pero, ¿Quién puede obedecer a ese mandamiento de amor? La Biblia responde: “A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). Así es como pasamos a formar parte de la familia de Dios. Si somos hijos de Dios, entonces tendremos la misma actitud de amor que nuestro Padre.

Dios ama a todos los hombres, tanto a pequeños como a grandes. Permite que todos disfruten del calor del sol y de la lluvia, tan necesarios para nuestra vida. También quiere que todos los hombres sean salvos (1 Timoteo 2:4). A nosotros no nos corresponde hacer diferencias entre una persona y otra. Por lo tanto debemos orar por todos los hombres para que reciban a Jesús como su Salvador. Pero para orar es necesario que nos acerquemos a él buscando su voluntad. “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7). Así podremos amar a nuestros enemigos.

miércoles, 8 de agosto de 2012


El hombre que predicó a caníbales

Jhon Gibson Paton evangelizó tribus de remotas islas del Pacífico Sur conocidas como Nuevas Hébridas, al este de Australia y Nueva Zelanda. En pleno Siglo XIX, cuando el canibalismo y el oscurantismo imperaban, llevó la Palabra del Señor a poblaciones paganas.El hombre que predicó a caníbales
En una humilde cabaña cercana al condado de Dumfriesshire, en Escocia, creció en los albores del siglo XIX un pequeño niño de cabellos rizados llamado John Gibson Paton, del que nadie imaginó que algún día se convertiría en un gran misionero cristiano en las islas del Pacífico Sur. Nacido el 24 de mayo 1824 fue el mayor de los 11 hijos de James y Janet Paton y a lo largo de una existencia de ochenta y dos años supo plasmar una biografía enteramente dedicada a difundir la Palabra de Jesucristo.

Su padre, fabricante de medias, tres veces al día entraba a orar a un cuarto especial en su casa y eso lo inspiró para tener una vida de oración real y verdadera. Así, un buen día, cuando todavía John Gibson asistía a la escuela con ropa muy usada y rota su papá le dijo es hora de orar por vestimenta nueva. Entonces toda la familia se reunió en la sala para un culto. De pronto, se escuchó que se abría la puerta de la calle. John fue corriendo para ver quien había entrado, pero no había nadie ahí, sólo se encontraba un paquete con su nombre y cuando lo abrió descubrió que era ropa nueva para él.

Antes de cumplir los doce años, John Paton tuvo que dejar la escuela para empezar a trabajar en casa, aprendiendo el oficio de su padre. Aun cuando su lugar de trabajo era su propia casa la jornada era tan larga como en cualquier fábrica. Al igual que su padre, permanecía sentado frente a la máquina desde las seis de la mañana hasta las diez de la noche. Sin embargo, en sus tiempos libres o de descanso, John Gibson aprovechaba para leer la Biblia y durante ese tiempo creció su pasión y amor por la Palabra de Dios.

Con el tiempo se inscribió en la Academia Dumfries para realizar estudios de teología. Empero, su existencia no fue sencilla y debió trabajar en la distribución de folletos, haciendo labor de misionero y enseñando la Palabra de Dios para solventar sus gastos académicos. Fue en esas circunstancias que recibió una invitación para ser misionero en la Ciudad de Glasgow. De inmediato, aceptó con gozo y durante diez años trabajó entre la gente que vivía en algunos de los peores barrios de la urbe más grande de Escocia.

Paton fue ordenado ministro de Dios por la Iglesia Presbiteriana Reformada el 23 de marzo de 1858. Nueve días después, el 2 de abril, en Daimiel, Berwickshire (Escocia), se casó con Mary Ann Robson y 14 días más tarde, el 16 de abril, acompañado por el hermano Joseph Copeland, zarpó para el Pacífico Sur. De este modo, el siervo del Todopoderoso empezó a cumplir los designios del Creador quien le había mostrado la necesidad de evangelizar estas remotas islas ubicadas en la actualidad al este de Australia y Nueva Zelanda.

LA MUERTE Y EL DOLOR

Después de una travesía larga y agotadora, John y su esposa finalmente llegaron a Tanna, un territorio habitado en ese momento por caníbales, el 5 de noviembre de 1858. Su primera tarea fue aprender el idioma. Escuchando la conversación de la gente, y haciendo muchas preguntas, Paton fue conociendo cómo se llamaban algunos objetos y a la larga dominó el idioma y tradujo la Biblia al idioma local. Pero no todas las cosas le fueron bien. El 12 de febrero de 1859 nació su primogénito y tan sólo 19 días después su esposa Mary murió de fiebre tropical. Después, quince días más tarde, su hijo también dejaría de existir y se quedaría completamente solo.

A menudo la vida misionera de Paton peligró. Varias tribus de la región determinaron darle muerte. Cada vez que moría algún aldeano la gente le echaba la culpa al misionero. "Es Tu Dios", le decían. "Tenemos que matarte", le gritaban. Dos de los problemas comunes en aquella región eran el robo y la mentira. Los nativos se llevaban todo lo que querían, aun cuando perteneciera a John. Cuando eran descubiertos negaban haberlo hecho y rehusaban devolver el artículo robado. Debido a este problema el hombre de Dios perdió gran parte del equipo que había llevado consigo.

La existencia de John en el Pacífico Sur estuvo llena de un mar de dificultades. Vivió bajo constantes amenazas. Incluso las personas que parecían ser amigos suyos lo atacaban de cuando en cuando. Empero, después de cuatro años de predicar y sufrir, regresó a Escocia por un breve tiempo. Allí dedicó todo su tiempo a hablar a la gente sobre las necesidades del nuevo campo misionero. Instó a los jóvenes a salir como misioneros y solicitó contribuciones para la Obra de Dios. Cuando estuvo listo para regresar a las islas, en enero de 1865, Paton no iba solo, se había casado con Maggie Whitecross el 17 de junio de 1864.

El predicador, al lado de su nueva esposa, reanudó su obra misionera en las Nuevas Hébridas en Aniwa, una pequeña isla cerca de Tanna, enfrentándose nuevamente con enormes dificultades. En este lugar tuvo que aprender un nuevo idioma local, pero encontró que los métodos que había usado en Tanna también resultaron eficaces en Aniwa. Además, algunos de los habitantes entendían el idioma de Tanna y con la ayuda de ellos su aprendizaje fue mucho más rápido.

LLUVIA DE LA TIERRA

Paulatinamente, y con la ayuda de Dios, fue cosechando la confianza de los habitantes y así continuó con su ministerio, hasta que varias personas se convirtieron a Cristo en diversas partes de la isla. Sin embargo, los indígenas más radicales nunca dejaron de obstaculizar sus esfuerzos en los primeros años de su misión evangélica. Además, también tuvo en contra a las fuerzas de la naturaleza. Un huracán tropical, que sacudió Aniwa, demolió las construcciones que Paton había levantado.

Otra adversidad que vivió John fue la falta agua dulce. Para resolver el problema empezó a cavar un pozo y aseguró a la gente que finalmente encontraría el líquido elemento. Los nativos se rieron de él y pensaron que había perdido la cordura. "La lluvia viene del cielo", le decían mientras cavaba con mucho esfuerzo. Un día después de arduo trabajo, finalmente Paton se topó con tierra mojada. Sabía que el día siguiente encontraría agua. Así que reunió a la gente y le pidió que lo observaran mientras sacaba agua de la tierra.

"¡Lluvia de la tierra!", exclamó la gente. "¿Cómo lo lograste?", le inquirió más de uno. Entonces Paton les respondió que Dios le había respondido a sus oraciones. Como una gran bendición el pozo hizo más que cualquier mensaje cristiano para romper el yugo del paganismo en Aniwa. Así más tarde, cuando no llovió por mucho tiempo, el pozo salvó de la muerte al pueblo y muchos isleños se entregaron al Creador.

Después de algún tiempo de haberse estado reuniendo con los nuevos creyentes en sus hogares, el misionero les animó para construir un templo. Los recién convertidos se entusiasmaron con la idea y al poco tiempo comenzaron a levantar la edificación. Sin embargo, apenas culminada la construcción, un huracán azotó la isla y destruyó por completo el templo. Al principio la gente se desalentó, pero el cacique de la isla dijo: "no seamos como niñitos que lloran por sus arcos y flechas quebradas. Más bien, construyamos otro templo mejor para Dios".

Una vez más, los habitantes unieron sus fuerzas y edificaron un templo más grande y más hermoso que el anterior y lo dedicaron exclusivamente para adorar al Padre Eterno. Paton celebró la cena del Señor por primera vez en la nueva casa de adoración, en 1869. Posteriormente, luego de lograr la conversión de gran parte de la isla, le dio a la gente de Aniwa el primer himnario en lengua nativa.

Paton y su esposa también construyeron dos orfanatos, uno para varones y otro para niñas. Muchos de los jóvenes que se criaron en esos orfanatos llegaron después a ser evangelistas y maestros llevando el Evangelio a sus propias aldeas.

En sus últimos años, el siervo de Jesucristo se estableció en Australia desde donde ayudó a promocionar nuevas misiones a las Islas Nuevas Hébridas. Fue allí, en el estado de Victoria, donde el 28 de enero de 1907, a la edad de ochenta y dos años, John Gibson Paton acabó su obra terrenal y le regaló al mundo evangélico un ejemplo de servicio y fidelidad al Señor. Una estela de fe que quedó registrada en una serie de libros editados por su hermano James Paton y por su hijo Frank Paton

sábado, 4 de agosto de 2012

martes, 31 de julio de 2012


John Harper, el pastor que murió evangelizando en el Titanic hasta el último minuto


Cuando Harper oyó a un hombre rechazar su llamado a aceptar a Jesús, este le dio el chaleco salvavidas que llevaba y dijo: "Esto lo necesita más que yo". Hasta el último momento que estuvo a bordo del barco, Harper, instó a la gente a entregar sus vidas a Jesús.
John Harper, el pastor que murió evangelizando en el Titanic hasta el último minuto
Inglaterra. El hundimiento del Titanic cumplió 100 años la semana pasada. Entre los muchos honores, una iglesia escocesa honró a uno de sus pastores llamado John Harper.

El 14 de abril 1912, la revista comercial The Shipbuilder, describió al Titanic como el “prácticamente indestructible”, se había hundido con la famosa declaración formulada el 31 de mayo de 1911, cuando un empleado de la Compañía de Construcción Naval de la White Star, dijo: “Ni Dios puede hundir este barco”.

El predicador escocés John Harper y su hija Nana, de seis años, se encontraban a bordo del barco que tras hundirse murieron mil quinientas personas. Cuatro años antes, la esposa de Harper había fallecido dejándole una niña llamada Nana que tenía seis años.

El motivo de su viaje en el Titanic, era predicar en una de las iglesias más grandes de los Estados Unidos de la época, la Iglesia Moody en Chicago. La iglesia estaba esperando su llegada, no sólo porque iba a predicar una serie de mensajes, inclusive oficialmente estaba aceptado a que se convirtiera en un pastor en Estados Unidos.

Harper, era conocido como un orador interesante y había pastoreado dos iglesias en el Reino Unido, Glasgow y Londres. Su estilo de predicación era apropiado para un evangelista como lo atestiguan las palabras de un pastor amigo. “Era un predicador del aire, utilizado para hablar a grandes audiencias… Él tenía una gran comprensión de las verdades bíblicas que le permiten hacerle frente con éxito a todos los ataques en contra de la fe”.

Cuando el Titanic golpeó el iceberg, Harper, como una medida de precaución, puso a la niña en uno de los botes salvavidas, dejándola al cuidado de un primo mayor que también los acompañaba en el viaje (esa medida de precaución le salvó la vida a Nana Harper, que murió en 1986 a la edad de 80 años).

El predicador podría haberse sumado a su hija, pero optó por dar a las personas otra oportunidad de conocer a Cristo. Hay registros de que Harper, le habló a cada persona que estaba en pánico y les expresó acerca de la necesidad de aceptar a Cristo.

Cuando el agua empezó a hundir el barco, Harper empezó a gritar: “Que las mujeres, los niños y los no creyentes suban primero a los botes salvavidas”. Cuando Harper oyó a un hombre rechazar su llamado a aceptar a Jesús, este le dio el chaleco salvavidas que llevaba y dijo: “Esto lo necesita más que yo”. Hasta el último momento que estuvo a bordo del barco, Harper, instó a la gente a entregar sus vidas a Jesús.

Cuatro años después que se hundió el Titanic, durante una reunión, un sobreviviente del Titanic, contó su primer contacto con Harper en medio de las aguas heladas del Atlántico. Él declaró que él se aferraba a un pedazo de madera, cuando Harper nadó hacia él y le dijo: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”, pero el hombre rechazó la oferta en un primer momento.

Sin embargo, al oír nuevamente: “Cree en el Señor Jesucristo”, y sabiendo que estaba solo, a la deriva, y con dos millas de agua bajo sus pies, aceptó creer en Jesús. Poco después, el sobreviviente vio a Harper que sucumbió ante el frío y se hundió, dijo el hombre ante en la reunión de los sobrevivientes diciendo simplemente: “Yo soy el último convertido de John Harper”.

Nana, hija de Harper, fue rescatada y enviada de vuelta a Escocia, donde creció, se casó con un pastor, y dedicó su vida al Señor.

John Harper, nació en un hogar de padres cristianos el 29 de mayo de 1872. Fue en el último domingo de marzo de 1886, cuando tenía trece años de edad que recibió a Jesús como el Señor de su vida. Comenzó a predicar unos cuatro años más tarde, a la edad de 17 años de edad para bajar a las calles de su pueblo y predicarles a los hombres a que reconciliaran con Dios.

Escuelas de Dios

Miles de Escuelas Dominicales del Movimiento Misionero Mundial en el planeta, imparten cada domingo la Palabra de Dios. Una sólida estructura educacional y espiritual capaz de atraer con amor a todas las almas hacia Jesucristo.
Escuelas de Dios
María apenas tiene cuatro años de vida pero ya sabe quién es Dios. Sus mejores amigas, Raquel y Sara, también conocen al Señor a despecho de que aún son unas pequeñas infantes que están descubriendo paso a paso el universo que los rodea. Viven en Medellín, la tercera ciudad más poblada de Colombia y forman parte de una de las miles de Escuelas Dominicales que posee el Movimiento Misionero Mundial en el planeta. María, Raquel y Sara están creciendo lejos de la malicia y perversidad del mundo profano y muy cerca de Cristo. Rodeadas de espiritualidad y sin relación con lo carnal, ellas cada domingo edifican su futuro en las vías del cristianismo. 

Cientos de millones de niños, como María, Raquel y Sara, se han beneficiado desde 1780 con el trabajo desplegado de Escuelas Bíblicas Dominicales, iniciado por el inglés Robert Raikes, a favor de la difusión de las temáticas más importantes de las Sagradas Escrituras. Empero, en los cuarenta y nueve años más recientes, la Obra del Movimiento Misionero Mundial (MMM) es la que ha desplegado todo el esfuerzo necesario para convertir a las Escuelas Dominicales en un gran y maravilloso imán de fe. Una sólida estructura educacional y espiritual, tejida alrededor del planeta, capaz de atraer con amor a las almas más tiernas y puras hacia Jesucristo.

Con presencia en los cinco continentes, las Escuelas Dominicales del MMM son el taller ideal donde se moldea a los futuros seguidores de Señor. Precisamente, la Escuela a la que asisten María, Raquel y Sara, ubicada a cuatrocientos kilómetros de Bogotá, condensa una gran porción de las bondades de la enseñanza bíblica impartida por la Obra. Encabezado por el reverendo Gustavo Martínez, Presidente Internacional de la Obra, y dirigido por la hermana Amparo Arredondo, este centro de instrucción evangélico dispone de un plan de estudios moderno que otorga preferencia al uso de recursos tecnológicos en la familiarización con el Creador.

En las Escuelas Dominicales de la Obra se dedica un tiempo exclusivo para la creatividad, la música y el arte en general. Existe en todas un espacio consagrado a alabar y glorificar al Señor a través de diversas expresiones artísticas. En consecuencia, y como un efecto natural de la educación bíblica, los niños y niñas y adolescentes que acuden a la casa de Dios reciben clases de teatro y son adiestrados en el manejo de diversos instrumentos musicales.

El sistema y métodos empleados por el Movimiento Misionero Mundial dentro de sus Escuelas Dominicales para enseñar la Palabra, se rige bajo el mismo criterio y se sustenta en las doctrinas fundamentales de la Sagrada Escritura. Así, por ejemplo, en la Escuela Bíblica Dominical de la zona de Canta Gallo, ubicada en el municipio puertorriqueño de Guaynabo, al igual que las del resto del mundo, la estructura de los contenidos de las clases busca educar a los menores entre los tres y dieciséis años de edad con sólidos valores y principios cristianos. La idea, según su representante, el reverendo Rubén Concepción, es convertir a la Escuela en la "espina dorsal de la Iglesia".

Los alumnos que asisten a las Escuelas Dominicales de la Obra, alrededor de la tierra, reciben una instrucción bíblica de altísima calidad con la que la mayoría de los mortales terrenales ni siquiera puede soñar. Carlos Medina, Supervisor Nacional del MMM de España y director de las Escuelas de la Obra en la Península Ibérica, indica que la organización evangélica más importante de habla hispana en Europa prioriza que los profesores y maestros a cargo de las Escuelas se capaciten de forma constante y permanente. Ese impulso fortifica las temáticas abordadas en las clases impartidas semanalmente a nivel mundial y le otorga una gran dosis de excelencia al grupo humano formado en la fe evangélica.

EXPRESIONES ARTÍSTICAS

En las Escuelas Dominicales de la Obra se dedica un tiempo exclusivo para la creatividad, la música y el arte en general. Existe en todas un espacio consagrado a alabar y glorificar al Señor a través de diversas expresiones artísticas. En consecuencia, y como un efecto natural de la educación bíblica, los niños y niñas y adolescentes que acuden a la casa de Dios reciben clases de teatro y son adiestrados en el manejo de diversos instrumentos musicales. En relación a este punto, y para demostrar su importancia en el acercamiento a las cosas del Señor, la Escuela de la Iglesia de Oppama, localidad japonesa, incluso recurre al idioma y las costumbres locales bajo la supervisión del reverendo Enrique Ogusuku y su familia.

La implicación y compromiso del Movimiento Misionero Mundial para hacer de sus Escuelas Dominicales un milagro allí donde Dios es solo una idea difusa no admite dudas. Por ejemplo, en Guinea Ecuatorial, país donde dos terceras partes de su población vive en extrema pobreza, según el Center for Economical and Social Rights, nada ha evitado que sean una luz de esperanza para miles de infantes ecuatoguineanos en medio del oscurantismo reinante en África. Bastará detallar que en medio de diversas carestías, pero con la fe abundante, el reverendo Edelmiro Ivina mantiene en pie la Escuela de la Iglesia de Malabo y domingo a domingo educa con los Evangelios a la niñez del continente más pobre del planeta.

Todos los que asisten a las Escuelas Dominicales de los cinco continentes, experimentan desde su primer contacto con la instrucción bíblica una comunicación única y especial con el Creador. Justamente, en Génova, al norte de Italia, la escuela local organiza periódicamente vigilias y retiros espirituales, en los que se robustece la esperanza de la gente joven en Dios y se practican ayunos de fe donde el objetivo es intimar con el Poder del Creador. Al respecto, el reverendo David Echalar, Supervisor Nacional del MMM en Italia, cuenta que la idea de la Obra es hacer posible que desde pequeños los futuros miembros de la Obra entreguen sus vidas a Dios.

Opción pedagógica reconocida y comprobada en sesenta puntos distribuidos en América, Asia, África, Europa y Oceanía, las Escuelas Dominicales del Movimiento Misionero Mundial se ubican en la vanguardia del aleccionamiento evangélico sobre asuntos primordiales de la Biblia.

Todos los domingos, en horario matutino, irrumpen sobre la tierra como un magma enérgico y potente desde el interior de la Obra para derramar encima de la faz del planeta las coordenadas esenciales de la doctrina cristiana. Una oportunidad que millones de niños como María, Raquel y Sara no desaprovechan y emplean para vivir fuera de las fronteras de los dominios del maligno. 

"A los niños hay que instruirlos en el camino del Señor y llenarlos del conocimiento de Su Palabra". Lo dice con la mayor convicción el reverendo Rodolfo González Cruz, Tesorero Internacional del Movimiento Misionero Mundial, en relación a la labor evangelizadora desplegada por las Escuelas Dominicales en el Perú, uno de los países con mayor índice de cristianos de Sudamérica, y su incidencia en la estructuración de la mayor red educativa de la Obra a nivel internacional: la Asociación Educativa Internacional Elim.

Todo comenzó en mayo de 1983 en Lima, capital de Perú, cuando el reverendo González Cruz surgió en la escena religiosa peruana y promovió a la Obra como el camino ideal y único para conocer a Dios. En ese contexto, preponderó la labor cristianizadora de la niñez del Perú a través de las Escuelas Dominicales y se entregó a la tarea de establecerlas en todo el territorio peruano con un éxito inusitado.

En la actualidad, con cerca de treinta años al servicio del Todopoderoso, las Escuelas Dominicales establecidas en La Perla del Pacífico son fuente de satisfacción para el MMM. ADN de los Colegios Internacional Elim, y con presencia en los veinticuatro departamentos de Perú, son un eje activo del pueblo evangélico peruano. La mezcla de una acertada estrategia pedagógica con diversas actividades dedicadas al Señor, y bajo el auspicio de la Obra, las mantiene en un lugar preferencial dentro de la enseñanza bíblica.